Los pseudointelectuales, casi cien, que firmaron una carta de desacuerdo con la presencia del ex presidente Álvaro Uribe en la universidad jesuita de Georgetown, no son los primeros de una clase académica que algunos de nuestros mandatarios han señalado y criticado.
No es la primera vez que unos pseudointelectuales, apelando a la connotación santista, se pronuncian en bloque en algo que tenga que ver con la situación política del país. En la pasada campaña presidencial, un vasto grupo de pseudointelectuales elaboraron y firmaron una carta de apoyo y beneplácito a la candidatura del pseudointelectual criollo Antanas Mockus. Entre ellos, el principal de los pseudointelectuales era el filósofo Jürgen Habermas, considerado por casi todos los académicos pseudointelectuales del mundo como el filósofo vivo más importante e influyente.
En hechos más recientes, un grupo de pseudointelectuales colombianos se pronunciaron acerca de los crímenes de Estado, corrupción e impunidad de los últimos ocho años en la presentación de informes para restaurar la memoria histórica de nuestro país, así como en informes y estadísticas sobre transparencia en la política colombiana.
Me gustaría sobremanera saber cuáles son los principales centros de formación de esos pseudointelectuales, los criollos y los foráneos; me gustaría vehementemente saber cuáles son los criterios para que alguien pueda pertenecer a esa clase pseudointelectual, ¿será que me reciben? porque, para ser honestos, visto lo de los últimos días, el regreso al ataque personal, el retorno a la chabacanería y al elitismo político, el retorno al ataque contra cualquier atisbo de oposición, visto lo anterior, repito, prefería ser un pseudointelectual a ser un pseudodemócrata.
Eduardo Rincón
Eduardo Rincón
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